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Hay lugares donde la tradición se transforma en experiencia, donde cada gota de aceite cuenta una historia. Uno de esos lugares es Finca La Pontezuela, un proyecto familiar que combina agricultura, producción de aceite de oliva virgen extra y turismo entre olivos.
La historia de la finca se remonta a 1974, cuando la familia Gómez Pintado adquirió la tierra. Con el paso de los años, la finca ha ido evolucionando. La almazara que utilizan hoy para producir su aceite se construyó a principios de la década de 2010. En 2020 inauguraron un proyecto de turismo que permite a los visitantes conocer de cerca todo el proceso de elaboración y disfrutar de la magia del olivar.
Según el equipo de Finca La Pontezuela, su misión es transmitir su amor por el aceite de oliva virgen extra en cada acción, en cada botella y en cada evento que organizan. El aceite que producen se centra en la variedad autóctona cornicabra, típica de los Montes de Toledo. Destacan especialmente sus cinco elementos de gran selección cornicabra, que han sido reconocidos con premios. Este año el premio al mejor cornicabra, un reconocimiento al trabajo artesanal, la calidad de la materia prima y el cuidado en todo el proceso de producción.
“Básicamente hacemos un zumo de aceituna: recogemos la aceituna del olivo, la traemos a la almazara, la morturamos, creamos este aceite y luego lo envasamos y lo embotellamos para que se pueda disfrutar en cada casa»
Cada botella de Finca La Pontezuela refleja pasión, dedicación y respeto por la tradición. Desde el cultivo de los olivos hasta la producción y el embotellado, todo se realiza con mimo y atención al detalle. La combinación de innovación y respeto por las raíces familiares ha permitido que su aceite sea apreciado tanto a nivel nacional como internacional.
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Más que un producto…
Además, el proyecto de oleoturismo ha convertido la finca en un lugar donde los visitantes pueden vivir una experiencia completa. Pasear entre los olivos, aprender sobre la recogida de la aceituna, conocer el proceso de elaboración del aceite y, por supuesto, degustar los productos directamente en el entorno donde nacen.
Todo este enfoque permite acercar a los consumidores creando un vínculo más cercano con el producto y con la historia de la familia. Finca La Pontezuela demuestra que la calidad no es casualidad, sino el resultado de años de experiencia, dedicación y pasión por el oficio. Cada botella de aceite de oliva virgen extra que sale de su almazara lleva consigo la esencia de los Montes de Toledo. Tradición familiar y el amor por la tierra.
Con Finca La Pontezuela, disfrutar del aceite de oliva deja de ser solo un acto culinario y se convierte en una experiencia sensorial y cultural, donde cada gota de aceite transmite historia, sabor y compromiso con la excelencia. No puedes perderte ninguna de las entrevistas de nuestro blog para conocer un poquito más a los vendedores de mentta.
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