¿Eres de esas personas que no puede empezar su día si no es con un café? Si la respuesta es sí este post es para ti. Hoy te hablamos del café y de los efectos qué provoca en nuestro cuerpo.
Para ponernos un poco en contexto vamos a revisar la historia del café. Algunas fuentes indican que su origen está en África, concretamente en Abisinia. Dicen que sus propiedades estimulantes y energizantes se conocen desde hace muchos años y que por eso su consumo es tan popular y se extendió por todo el mundo.
Hoy en día el 80% de la población mundial consume café. Y no es de extrañar, porque el café no es solo un alimento, forma parte de una actividad social, incluso de ocio podríamos decir. Es el descanso de por las mañanas en el trabajo, o el reencuentro de una tarde con amigos. Conversar tomando un café y si hace costumbre en Occidente a partir del siglo XVIII. Como el café venía de África, los costes de transporte encarecían mucho su precio y consumirlo resultaba un lujo, un capricho reservado a la aristocracia. En los grandes salones de la época, se solía conversar mientras esperaba a que el café enfriara. La burguesía, en auge, empezó a imitar las costumbres de los aristócratas por lo que el café se democratizó y se empezaron a abrir establecimientos especializados para su consumo, reflejo de estos nuevos refinamientos europeos. Así nacieron las primeras cafeterías.
El éxito dl café tiene que ver con sus efectos sobre el sistema nervioso. La cafeína es la sustancia psicoactiva más popular del mundo. El café mejora la memoria a corto plazo porque activa zonas del cerebro que aceleran los tiempos de reacción, la atención, la planificación, la concentración y el seguimiento de las tareas. Favorece la liberación de dopamina en nuestro cerebro, algo imprescindible para realizar con eficacia nuestras acciones diarias.
Pero sin duda la cafeína o el café son conocidos porque quitan el sueño. Esto se debe a la acción de la adenosina, qué es una molécula que tiene efectos en todos los órganos del cuerpo. En el cerebro concretamente inhibe la actividad nerviosa y tiene efectos sedantes. Dilata los vasos sanguíneos cerebrales y aumenta la cantidad de sangre que llega al cerebro.
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Por este motivo hay que tener cuidado con la dosis que tomamos de café, sobre todo si queremos dormirnos en un periodo corto de tiempo. Se calcula que la última taza de café del día debe tomarse 6 horas antes de acostarnos, de lo contrario nos costará más conciliar el sueño.
Además el café puede llegar a ser muy adictivo debido al cortisol, la hormona que libera el cuerpo cuando necesita energía de inmediato. La secreción de cortisol tiene un horario regular, qué depende de nuestro ciclo del sueño. Es máxima al despertar y va disminuyendo a lo largo de las horas, por eso sentimos la necesidad de añadir energía extra con el café y mantenernos despiertos.
Al igual que tiene efectos muy positivos para mantenernos activos y enérgicos, el café también puede ser contraproducente dependiendo de los casos. Bloquea la acción vasodilatadora de la adenosina, la cafeína contra las arterias, por lo que el café no sube la tensión arterial y la frecuencia cardíaca. Baja el apetito y causa acidez en el estómago ya que provoca que aumente la producción de ácido gástrico. Por eso muchas veces nos podemos sentir nerviosos y angustiosos al tomar café.
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Además es adictivo, cómo te hemos comentado, y causa tolerancia. Esto quiere decir que cada vez necesitaremos más cantidad de café para conseguir el mismo efecto. Por este motivo el café no debe dejarse nunca de golpe. La abstinencia de la cafeína provoca dolores de cabeza, cambios de humor, e incluso fiebre, tembleques, náuseas, dolores de tripa o visión borrosa. Es recomendable hacerlo gradualmente.
Como siempre decimos, en la dosis está el veneno. Si sufres de hipertensión o de alguna otra enfermedad cardiovascular, consulta a tu médico antes de tomar café. Para un adulto sano sin este tipo de problemas la cantidad de café recomendada al día son 400 mg. En mujeres embarazadas, la dosis máxima se reduce a la mitad para evitar perjuicios en el feto.
Por último, ten en cuenta que puede que haya otros alimentos o productos que consumas en tu día a día que también contengan cafeína como el cacao, el té o algunos refrescos.
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